Recorro a diario una franja de costa 
de arena blanca de sol y de sal 
que golpea eternamente noche y día 
el oleaje del mar. 
aquí he venido a dar por accidente 
para afrontar la existencia y azar 
que lleve el náufrago de sus anhelos 
y la tempestad. 
mis caminatas se han vuelto el objeto 
de cada mañana que salgo a buscar 
en la distancia la vela de un barco 
que algún día vendrá. 
le di por nombre “la isla del olvido” 
y entre otras cosas me puse a juntar 
la variedad de formas de botellas 
que abandona el mar. 
y así encontrando ya hace mucho tiempo 
en una de ellas me hallé esta señal: 
“sigo esperado por ti cada ocaso 
en el mismo lugar”. 
la nota no tenía firma ni fecha 
como tampoco marcaba un lugar 
e imaginé que encontraba en el mundo 
otro náufrago más. 
“sin tiempo y firma y de ninguna parte 
te salgo a buscar”, 
decía el mensaje en la misma botella 
que devolví al mar. 
así mi vida en la isla del olvido 
adonde cantan las olas del mar 
abandonando maderos sin tiempo 
y sueños sin hogar. 
de arena blanca en la noche estrellada 
de luminosas mañanas sin más 
que andar dejando en la arena mis huellas 
que el mar borrará. 
siempre esperando el ala de una vela 
que me quisiera a su viaje invitar 
hallar los restos de aquellos 
que ya no han vuelto a navegar. 
se sigue aquí sólo que hace algún tiempo 
que extrañamente he empezado a encontrar 
mensajes de otros naufragios que han visto 
una vela en la mar. 
y así como ellos llegan a mi playa 
cada crepúsculo vuelvo a lanzar 
a un mensajero nombrando un anhelo 
que tarda en llegar. 
junto con unas palabras de aliento 
que escribo a quien las pudiera encontrar 
en el mensaje que en esta botella 
confiamos al mar.